CAMIÓN AL PARAISO
Antonia Bueno
Ein, swei, drei… Mira, madre, ya sé contar hasta tres en alemán.
Cuatro, cinco, seis… Seguro que
enseguida aprendo los siguientes números.
Diez, doce, catorce… Cuando vaya
a la escuela.
Veinte… veinticinco…
treinta…¡Cuánta gente!
Cuarenta… ¿Cabremos nosotros?
Cincuenta… sesenta… ¡Madre, ya
nos toca! Dame la mano para subir.
Setenta, setenta y uno.
Han cerrado las puertas.
¡Menos mal que estamos dentro!
Han subido otros tres niños.
Ahora no les veo. Con tanta gente…
A lo mejor nos hacemos amigos en
el paraíso.
¿Cómo es el paraíso, madre? Aquel
hombre dice que allí siempre hace frío.
Y que no hay guerra.
Aquí hace calor.
Claro, esto no es todavía el
paraíso.
Tengo hambre.
Me comería el sándwich gigante,
ese que hay pintado ahí fuera.
Me comería hasta la gallina
gigantesca, con cresta y todo.
¡Qué bonitos esos dibujos,
verdad, madre?
Cuando sea mayor, yo también
tendré un camión como éste, con sándwiches y gallinas de colores, y viajaré por
el mundo. Y sacaré a mucha gente de las guerras.
Pero, ¿sabes qué?: Iré sentado
ahí delante, en la cabina. Y no cobraré dinero a la gente. Y les pondré bancos
para que se sienten y ventanas para que puedan ver los paisajes, y comida y…
¿Por qué los de la cabina nos
llaman inmigrantes? Yo creía que éramos sirios.
Será lo mismo en otro idioma.
Yo aprenderé muchos idiomas,
madre, para entender a todo el mundo y hacer muchos amigos en todas partes. Y
así no haremos la guerra, porque a un amigo no se le mata, ¿verdad, madre?
Madre, quiero orinar. Madre, no
puedo aguantar. Madre…
Lo siento, ya sé que son los
únicos pantalones.
Pero seguro que el paraíso está
lleno de pantalones.
¿Cuándo llegamos? Esa mujer dice
que debemos estar cerca de la frontera.
¿Qué es la frontera, madre? ¿Es
la puerta del Paraíso?
¿Por qué gritan, madre? No
entiendo.
No grites tú también, madre.
¡¡El camión se ha detenido!!
Pronto nos sacarán de aquí.
¿Por qué golpean las paredes?
¿Es que nadie nos oye?
Me ahogo. Abrázame, madre, tengo
mucho miedo.
Madre, porqué todo se ha
detenido, los gritos, los golpes…
Madre, ¿por qué no me respondes?
Madre, ¿por qué no oigo mi propia
voz?
Madre, ¿dónde estamos?
¿Ya hemos llegado?
Las puertas se abren, madre. ¡Qué
luz cegadora!
¿Quiénes son esas figuras
blancas? ¿Son ángeles?
Creo, madre, que hemos llegado al
paraíso.
Madre… ¡Madre! ¡¡Madre!!
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